El día anterior a la llegada a Atenas y punto final de esta ruta en bicicleta, nos alojamos a las afueras de Korinthos, en un hotel sencillo y tranquilo en el que el dueño nos recibió muy amablemente.
Ese día no parábamos de exclamar con ilusión:
¡ QUE MAÑANA LLEGAMOS A ATENAS!!
También con algo de penita, un proyecto que nos había supuesto tantos cambios, decisiones y esfuerzo parecía que llegaba a su fin.
Por otro lado, ya nos apetecía llegar para así continuar los dos juntos en el coche, bueno, los tres, bici incluida.
Era como si éste fuera el momento de verdad en el que empezarían unas merecidas vacaciones!
Este día había que dejarlo todo preparado para el día siguiente. Yo me encargué de buscar el hotel en Atenas y revisar el que sería nuestro punto de encuentro: el Mirador Mount Lycabettus.
Esa noche no dormí nada pensando en si nos encontraríamos en la ciudad, si no sería un mirador lleno de gente, si ir en coche o cogerme un taxi, si sería capaz de conducir en ese caos de ciudad del que ya me habían advertido.
Más tarde, imaginando cómo sería la escena de llegada, caí en la cuenta:
Ostras, tendré que comprar unos regalitos de llegada!!
Pero, y qué compro?!
Y, dónde?!
Llegó la mañana siguiente, el dueño del hotel, que ya sabía de nuestro proyecto, nos hizo muy entusiasmado unas fotos juntos…y con su gatito :-)
Y así, marchó Evert primero rumbo Atenas!!

A mí me llevó 2h llegar a la ciudad. La entrada de varios carriles estaba llena de coches, furgonetas viejas y humo negro de los tubos de escape.
Por suerte, mis años de conducción en una ciudad como Barcelona ahora me servían para superar la conducción en Atenas.
El hotel estaba bastante bien, un edificio de 10 plantas, arriba del todo la piscina con vistas a toda la ciudad, era bastante impresionante.
Las vistas y la piscina compensaban la habitación pequeña y, lo peor: el RUIDOOOO!!

En cuanto dejé las cosas en la habitación, bajé a recepción a que me explicaran un poco para situarme y enseguida salí a buscar regalitos jeje
Justo en frente del hotel había un Carrefour, qué casualidad! Aquí compré una botella de champagne pequeñita.
A la salida pregunté dónde podría encontrar una floristería y me indicaron que en unas calles, justo ese día, había mercadillo.
Y como dice el refrán, “preguntando se llega a Roma” y así fue, pregunta tras pregunta y después de sortear gentío, griterío de mercadillo y venta de pescado fresco, llegué a la floristería.
El último hombre al que pregunté se ofreció a acompañarme para traducirme del inglés al griego, ya que la señora de la tienda no lo hablaba.
Todos muy amables, y con una escena muy divertida escogiendo flores, colores, y hablando cada uno un idioma, acabamos formando un precioso ramo.

Cada vez tenía más cerca la imagen de entrega de regalos, estaba sudando como una cerdita pero qué bien me lo estaba pasando!
De vuelta al hotel paré en una papelería a buscar “algo” que no sabía qué podría ser, hasta que allí, en la estantería estaba esa bicicleta-hucha!
Sí, ya sé, muy infantil, pero no estábamos para elecciones! El tiempo corría y tenía que prepararlo todo.
Me fui corriendo para el hotel a organizar todo lo que me tenía que llevar y mirar bien la dirección.
Debido al calor que hacía, decidimos encontrarnos al atardecer, aún así, Evert parecía que iba a llegar antes de lo previsto.
Ya montada en el coche, TomTom me guiaba al monte Lycabettus, no estaba lejos del hotel, pero madre mía qué calles empinadas, yo que pensaba que ya me había librado de cuestas imposibles brrrrr
De repente entré en una carretera tranquila que subía hacia una colina,
era como subir a Montjuic, decidí girar a la derecha,
iba a 10kms por hora,
y allí,
qué gran imagen,
la Acrópolis a lo lejos.
Me quedé maravillada del sitio escogido y lo más sorprendente es que NO HABIA NADIE!
Allí mismo aparqué y empecé a montar el escenario; trípode, cámara, objetivos, fotos, vídeo…y a esperar. Tal cual periodista profesional :-)))

Media hora más tarde:
Hooooola!!! – oía de lejos detrás de la montaña-
Segundos después, ahí aparecía Evert, sonriente, radiante, contento.

Yo me puse a saltar, a gritar, de aquí para allá…
Él, manteniendo la calma, bajo control, nada de gritos, como si no hubiese hecho nada importante que celebrar.
Una vez más, la evidencia de nuestras diferencias culturales y formas de reaccionar ante los eventos! :-)))
Algo que siempre me cuesta de entender jeje
Después de unos minutos de abrazos , besos y risas, tomamos aliento, secamos los sudores y descansamos en ese pequeño mirador, bajo un sol de justicia, pero que poco importaba en ese momento.
Enseguida me dispuse a la entrega de regalos, llevaba todo el día esperando este momento:
Ramo de flores
Botellita champagne
Medalla bicicleta-hucha
Nada que envidiar al Tour de France!

Se nos fue la tarde saboreando el momento. Fotos aquí. Fotos allá. Esperando el atardecer sobre la Acrópolis.
Y así acabó este gran proyecto, para nosotros claro, con una satisfacción increíble difícil de transmitir en un post.

A partir de aquí, la ruta seguiría por un mes y medio más volviendo hacia Holanda, pero algo diferente. Ya juntos en el coche y con algunos tours de bici en el camino muy interesantes.
Así que seguiremos explicando mucho más!
Espero que os haya gustado y gracias por seguirnos
Feeling Travelling
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